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El linaje de esta ilustre familia se remonta a Don Fernán Sanz de Alvarado, Señor de la Casa Solariega de su apellido en las montañas de Burgos y Doña María González de Aguiar, su legítima mujer, descendientes a su vez de unos caballeros godos que ayudaron a Don Pelayo en sus primeras luchas contra los moros y que edificaron su Casa solariega en el lugar de Secadura, partido judicial de Laredo en la provincia de Santander. El tronco de la familia A. en Canarias, lo inicia Don Diego de A.-B., III del nombre, Caballero profeso del Hábito de Santiago, Maestre de Campo de Infantería española, que sirvió muchos años con gran distinción en la Armada del Mar Oceánico, en África y en Italia. Fue Gobernador y Corregidor y Capitán a guerra de las islas de Tenerife y La Palma, por Su Majestad (1624 a1631) y Fortificador General de las Islas Canarias por el Capitán General Don Francisco de Andía en 1625. La Historia hace grandes elogios de las virtudes de Don Diego, de su honrosa actuación, rectitud y celosa administración: "Durante estos cuidados (los de nuestras guerras con Inglaterra y Holanda y los temores a invasiones africanas), los únicos caudillos que animaban las Islas eran el entusiasmo de la patria, la confianza que tenía el Rey a la antigua fidelidad de los canarios y el celo del Gobernador de Tenerife Don Diego de A.-B., hombre sociable, de superiores talentos y política. Con el descubrimiento del Nuevo Mundo, muchos fueron los hombres y mujeres que cruzaron el Atlántico en busca de un nuevo horizonte, y en concreto los que portaban el apellido Alvarado, extendieron su linaje por América. Así pues, tras nuestra investigación realizada en el Archivo General de Indias, donde consta el nombre de los pasajeros