Español
Apellido castellano. Procede de las montañas de Santander, desde donde se extendió por la Península, estableciéndose en Canarias. En 1763, en San Sebastián de la Gomera, casó José Salvador Bencomo y Mederos, con Casimira de C. y del Manzano, hija de Luis Fernández de C. y de Josefa del Manzano. Su nieto Francisco Bencomo de C., fue juez municipal de Hermigua. Don Sebastián de C., nació en la Gomera y habiendo estudiado Medicina, fue nombrado Médico de Cabildo de Canaria en 13 de juliio de 1648. Don Fernando de C., nació en Las Palmas en 1836 y se dedicó a la poesía desde sus primeros años, siendo de mucho mérito sus ensayos literarios. En 1862 se trasladó a Madrid, donde continuó su vocación periodística, dedicato a publicar artículos y criónicas en la Prensa de la capital de España. El 30 de abril de 1886 fue autorizado Don Francisco de Cubas y González Montes para usar en España el título pontificio de Marqués de C.; en 28 de mayo de 1894 fue creado Marqués de Fontalba, con Grandeza de España, el II Marqués Don Francisco de C. y Erice. Don Estanislao de C. y Urquijo fue creado Conde de Jacarilla en 1919. El título de Duque de C. fue autorizado en 1920 a Don Felipe de C. y Urquijo, para su uso en España. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia C., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento sierpe es la serpiente. Simboliza prudencia y astucia. Ante el peligro, la serpiente arriesga su cuerpo, cubriendo su cabeza para guardar lo que es el principio de su vida. Los esmaltes del arma de los C. pregonan los siguientes valores: