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El origen de la heráldica se pierde en la noche de los tiempos, en la época en que los guerreros se protegían del mal y demostraban su agresividad decorando sus escudos con símbolos y marcas protectores. Más adelante, la verdadera Heráldica surgió, en la época de las cruzadas, en la que los caballeros lucían sus escudos de armas como medio para identificarse en la batalla, convirtiéndose estos posteriormente en emblemas de nobleza. La Heráldica se originó pues en los círculos de la más alta nobleza, propagándose posteriormente a otras capas de la sociedad. La concesión del escudo de armas se realizaba pues a un determinado individuo con el derecho a perpetuarlo en su linaje. Quien fuera el principal ancestro y tronco propagador de este ilustre linaje se ignora por su remota antigüedad, siendo tradicional e inmemorial la nobleza de sus hijos, los cuales han gozado siempre y en todas partes de la consideración y preeminencia correspondientes a sus lustrosos nacimientos, no siendo la más esclarecida de sus líneas la que se arraigó y floreció en Galicia, extendiendose especialmente por las provincias de Orense y Lugo. También una rama de este linaje pasó a León y Asturias. En la Chancillería de Valladolid ganaron provisión de hidalguía, Antonio De Bello, vecino de Biobra (Orense) 1750; Francisco, Fernando y Juan Antonio De Bello de Araujo, vecinos de Santa Eufemia de Milmada (Orense), 1735; Gabriel De Bello, vecino de El Ferrol, 1766; Benito De Bello y Araujo, vecino de Villameá (Lugo), 1793; Felipe De Bello y Araujo, vecino de Freanes (Orense), 1793; Domingo y Juan De Bello de Silva, vecinos de Vegas de Valcarce (León), 1735; Antonio y José De Bello, vecinos de Cacabelos (León), 1761 y Domingo y Gregorio De Bello, vecinos de Travadelo (León), 1779. En Aragón tuvo también