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Este apellido es muy extendido en la penísula con numerosas casas solariegas. Por referencias de historiadores de la época y otras averiguadas por Araldis en los archivos registrales de ciudades y otros privados, podríamos afirmar, pero no asegurar, que este escudo u otro muy similar a él, apareció inicialmente desde el siglo XI al XIV, particularmente en la conquista de Lérida y Fraga (1.149) y Tortosa (1.151 aprox.) acompañando las tropas de los nobles que formaban el ejército de Ramón Berenguer IV y que obtuvieron los mismos privilegios de los Cruzados según la bula de Eugenio III. Las referencias de esta familia parecen precisarse con más frecuencia desde el siglo XV al XIX en especial los hechos de la batalla de los Castillejos acompañando al General Prim en las tropas de asalto. Todo ello parece coincidir con la memoria familiar de algunos de los miembros de la rama de la familia Rigalt. Son sus armas: En oro, un laurel, de sinople, el jefe, de azur con un creciente de oro, entre dos estrellas del mismo metal. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia R., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento creciente indica la pelegrinación de la familia a los Santos Lugares de Oriente, cuestión que daba el don de la salud y de la perpetuación del apellido. Los esmaltes del arma de los R. pregonan los siguientes valores: el Oro es el símbolo del Sol, origen de la vida, sus características espirituales corresponden a la fé, clemencia, templanza, caridad y justicia, por otra parte dicho esmalte señala a la familia con la felicidad, el amor, la nobleza y el esplendor, es decir, es el más noble de los