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El origen de la heráldica se pierde en la noche de los tiempos, en la época en que los guerreros se protegían del mal y demostraban su agresividad decorando sus escudos con símbolos y marcas protectores. Más adelante, la verdadera Heráldica surgió, en la época de las cruzadas, en la que los caballeros lucían sus escudos de armas como medio para identificarse en la batalla, convirtiéndose estos posteriormente en emblemas de nobleza. La Heráldica se originó pues en los círculos de la más alta nobleza, propagándose posteriormente a otras capas de la sociedad. La concesión del escudo de armas se realizaba pues a un determinado individuo con el derecho a perpetuarlo en su linaje. Quien fuera el principal ancestro y tronco propagador de este ilustre linaje se ignora por su remota antigüedad, siendo tradicional e inmemorial la nobleza de sus hijos, los cuales han gozado siempre y en todas partes de la consideración y preeminencia correspondientes a sus lustrosos nacimientos, destacando la saga familiar que inició en Aragón, traén por armas más antiguas : En sinople, cinco espadas, de plata, encabadas, de sable puestas en faja. Otros traen: Cuartelado. Primero: En plata, dos lobos de sable, puestos uno sobre otro. Bordura de plata con ocho aspas, de gules. Segundo: En plata, un árbol de sinople sumado de un chivo de su color dos lobos de sable empinados al tronco y afrontados y entre ellos al pie del tronco un caldero del mismo color. Tercero: En plata, un toro, de plata con un otro de su color de cuya cabeza sale una rama de palma, de sinople. Cuarto: En sinople tres bandas, de oro. Bordura de plata, con ocho aspas. de gules. Otros: En gules dos torres de plata, aclaradas de azur y unidas por una muralla de plata; al