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En las encartaciones de Vizcaya. Según Baños de Velasco, los hay también en Navarra, apellidándose Amusátegui, pues las armas primitivas que describe como propias de ese apellido, sólo se diferencian de las de A. en un detalle: en el que dicho autor pudo equivocarse, y en el aumento de una bordura, como después se verá. Dice ese autore que Florencio Alvar Pérez Amusátegui se halló en la batalla de las Navas de Tolosa. Tuvo este apellido su casa solar en Vizcaya. Muchos linajes de este apellido probaron su nobleza en las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa, (corporaciones nacidas para luchar contra los moros, cooperando a la Reconquista, y asegurar el orden, protegiendo a los peregrinos y desvalidos), Carlos III y San Juan de Jerusalén (es una orden religiosa militar fundada en el siglo XI); numerosas veces en las Reales Chancillería de Valladolid y Granada, en la Real Compañía de Guardias Marinas y en la Real Audiencia de Oviedo. Los de Vizcaya traen por armas: Cortado: primero, de oro, con un árbol de sinople, y segundo, de gules, con una banda de oro. Otros traen: En gules, cuatro bastones de plata cargado cada uno de seis armiños de sable, puestos dos, uno, dos y uno. Otros: En plata, dos lobos de sable, uno sobre otro. Bordura de gules, con ocho aspas, de oro. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia A., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento árbol (roble, pino, ciprés) significa que la nobleza de la familia es antigua y va asociada con la benignidad y la perseverancia, virtudes supuestas de sus componentes. Los esmaltes del arma de los A. pregonan los siguientes valores: el