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La familia de este apellido es origiaria del antiguo Condado de Niza, donde ocuparon sus individuos el más elevado rango. Mateo C., noble nizardo, Regidor Perpetuo de la Gran Canaria, casado con Doña María Figueroa, en Las Palmas, tuvo en ella seis hijos: Constantín, Serafín, Félix, Bartolomé, Constantina y Alejandra. Don Félix C. de Figueroa, casó con Doña Leonor de Salbago, de la familia patricia de los Salbagos de Génova, de cuyo matrimonio nació Doña María C. de Figueroa y Salbago, que fue mujer del Maestre de Campo Don Hernando del Castillo Cabeza de Vaca y Benavente, II de nombre, llamado así en memoria de su bisabuelo el Conquistador Hernán García del Castillo. El Doctor Don Bartolomé C. de Figueroa, nacido en Las Palmas en 1537, fue Canónigo de la Santa Iglesia de C. en 1553, a los dieciseis años. Honor de la Iglesia, de la Patria y de su familia, fue aclamado por sus contemporáneos con el nombre de "El Divino" C., dedicando sus setente y tres años de vida al servicio de su país y al culto de las bellas letras. Bartolomé C. luchó contra las fuerzas invasoras del Almirante Drake en 1595, cambiando sus vestiduras sacerdotales por la cota y la rodela. Fue diputado por la Isla durante la invasión de Van der Doez e 1599, y por su propia mano rasgó el ominoso tratado con que aspiraba este guerrero a sujetarla al yugo de Holanda. Fue el acto precursor de la gloriosa victoria conseguida por los canarios. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia C., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento árbol (roble, pino, ciprés) significa que la nobleza de la familia es