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El origen de la heráldica se pierde en la noche de los tiempos, en la época en que los guerreros se protegían del mal y demostraban su agresividad decorando sus escudos con símbolos y marcas protectoras. Más adelante, la verdadera Heráldica surgió, en la época de las Cruzadas, en la que los caballeros lucían sus escudos de armas como medio para identificarse en la batalla, convirtiéndose estos posteriormente en emblemas de nobleza. La Heráldica se originó pues en los círculos de la más alta nobleza, propagándose posteriormente a otras capas de la sociedad. La concesión del escudo de armas se realizaba a un determinado individuo con el derecho a perpetuarlo en su linaje. Quien fuera el principal ancestro y tronco propagador de este ilustre linaje se ignora por su remota antigüedad, siendo tradicional e inmemorial la nobleza de sus hijos, los cuales han gozado siempre y en todas partes de la consideración y preeminencia correspondientes a sus preclaros nacimientos, siendo la más esclarecida de sus líneas la que se arraigó y floreció en Guipúzcoa. Por referencias de historiadores de la época y otros averiguados por Araldis en los archivos y registros de ciudades y otros privados, podríamos afirmar, que este escudo u otro muy similar a él, apareció inicialmente desde el siglo XI al XIV, particularmente en la corte personal de Doña Urraca López de Haro, nombrada Señora de Estella a principios del siglo XIII. Las referencias de esta familia parecen precisarse con más frecuencia desde el siglo XV al XIX en especial los hechos de la Consolidación de la Conquista Americana, siendo secretario de Don Francisco de Ibarra quien el 24 de Julio de 1562 fue nombrado Adelantado y Gobernador de Nueva Vizcaya. Todo ello parece coincidir con la memoria familiar de algunos de los miembros de la