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Referente a quién fuera el principal ascendiente y troncal propagador de este ilustre y noble linaje Araúz, se ignora por su remota antigüedad, siendo por tanto tradicional e inmemorial la nobleza de sus hijos, los cuales han gozado siempre y en todas partes de la consideración y preeminencias correspondientes a sus lustrosos nacimientos, no siendo la menos esclarecida de sus líneas la que se arraigó y floreció en Araoz, del Ayuntamiento de Oñate, partido Judicial de Vergara y provincia de Guipúzcoa y que su tronco más remotro fue Guillén de A., Señor de Garibay, junto a Oñate (y no en la baja Navarra, como dice algún tratadista) fue padre de Arias de A., señor de Garibay y Legazpia, que tuvo por hijo a Esteban de A., Señor de Garibay, que levantó el templo de San Miguel de la citada anteiglesia de Araúz, y fue padre de Fortún de A., Señor de Garibay, que caso con doña Marina, hija del Conde D. Lope Díaz de Haro, Señor soberano de Vizcaya, de la que tuvo Juan Miguel de A., que fue el que edificó la casa solariega, con torre y almenas, en la anteiglesia de Araúz. Originariamente este apellido era Araoz y los caballeros de esta familia por tradición hereditaria portaban el nombre de Juan. Son las armas de los Araoz, es decir, las más antiguas: primero de gules, con un ciervo de oro corriendo por un trigal y con la cabeza un poco vuelta. Sobre el ciervo un águila volante, de sable, con las garras clavadas en las ancas de aquél y picándole el cuello, del que brota sangre y el segundo de sinople con cuatro espigas de oro puestas en faja y enlazadas con una cinta del mismo metal. De la rama de Sevilla dimanó la