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Apellido de origen gallego. Pasó a Castilla y Aragón. Una de sus ramas se estableció en la villa de Jumilla, en la persona de Don Pedro de C., uno de los ochenta caballeros que acompañaron al Infante Don Fadrique, maestre de Santiago, en 1360, en la conquista de esta villa por esta villa por los aragoneses. Francisco de C., hijo de anterior, Alcaide del castillo de dicha villa por el Rey Don Enrique III de Castilla, coninúa la hidalguía de esta familia, como lo demuestra la ejecutoria que gaño Pedro de C. y Oliver, en la Chancillería de Granada el 15 de abril de 1625. Otra rama se estableció en la isla de la Palma desde principios del Siglo XX. A ella perteneció don Alvaro C. de la Rosa, que casó en Santa Cruz de la Palma el 16 de agosto de 1911, con Doña María del Carmen Marcelina de Lugo y Álvarez, que a la sazón tenía diecinueve años. De este matrimonio nacieron Don Alvaro C. y Lugo, Teniente de Infantería; Doña María del Carman C. y Lugo, que vive en Las Palmas, casado con Don Luis Díaz Navarro; Doña María María de Rosario, casado con Don Emilio Roig Pérez; Doña María del Pilar, Don Cristóbal y Don Adolfo C. y Lugo. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia C., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento faja quiere decir que pertenecieron a órdenes militares de caballería. Los esmaltes del arma de los C. pregonan los siguientes valores: la Plata corresponde al símbolo de la Luna, pureza, sinceridad, templanza, clemencia y amabilidad son las características espirituales de la familia, a las que hay que añadir otras como