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Apellido de origen catalán, procedente de M., del concejo de Madremanya, partido judicial de Gerona, de donde pasó al reino de Valencia y a Canarias. Don Cristóbal M. nació en Las Palmas el 6 de febrero de 1774. Fue uno de los alumnos fundadores del colegio de San Marcial, donde estudió latín y música. A los 17 años de edad fue nombrado violinista de la capilla de la Catedral, cuyo cargo estuvo desempeñando hasta 1806 en que habiendo fallecido el organista Don Francisco Torrens fue nombrado por el Cabildo para ocupar tan distinguido empleo. Compuso varias obras musicales para órgano, piano y orquesta. Su ejecución en el órgano era correcta, y llamaba la atención de los inteligentes que le oían en las grandes festivadades del año. Falleció en Las Palmas el 25 de marzo de 1844. Los miembros de este ilustre apellido, que ha sido prestigiado por intelectuales de gran relieve, se distinguieron siempre por el cultivo de las Letras, la Música y las Artes. Entre ellos destacaron el historiador Don Agustín M. Torres y sus hijos, profesionales de gran altura y escritores; el notario Don Agustín M. Cubas y el doctor en Medicina Don Luis que, como literatos, son conocidos por los Hermanos M., ya que escribieron sus obras conjuntamente. Don Luis, por su parte, mantuvo una tertulia literaria que prestigió mucho a la ciudad, en su casa de la calle que hoy lleva su nombre, esquina a la de López Botas. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia M., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento banda quiere decir que pertenecieron a órdenes militares de caballería. Los esmaltes del arma de los M. pregonan los