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En la anteiglesia de Nachitúa, del partido de Guernica, en Vizcaya, tuvo a solar este apellido. De ella procedieron José Antonio, Juan Antonio, María Josefa y Josefa María de N. e Idoyaga, que el 28 de Junio de 1789 obtuvieron también declaración de vizcainía en la Chancillería de Valladolid. Por referencias de historiadores de la época y otras averiguadas por Araldis en los archivos registrales de ciudades y otros privados, podríamos afirmar, pero no asegurar, que este escudo u otro muy similar a él, apareció inicialmente desde el siglo XI al XIV, particularmente en la repoblación de Pamplona, fines del siglo XII, siendo una de las familias seleccionadas para residir en la ciudad. Todo ello parece coincidir con la memoria familiar de algunos de los miembros de la rama de la familia Naverán. Son sus armas: Cuartelado: primero y cuarto, de plata, con tres hojas de roble de sinople, puestas en triángulo, y segundo y tercero, de oro, con cinco calderas de sable, puestas en sotuer. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia N., pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento caldera es el símbolo de la grandeza. Las copas, jarros y calderas, así como otras vasijas que servían para el manejo de vituallas, eran antiguamente la marca de ricohome en España. Viene su origen del pendón y calderas que entregaban los Reyes a aquellos magnates que consideraban Grandes del Reino, teniendo entre sus facultades privativas, la de levantar y sostener tropas a sus expensas. Los esmaltes del arma de los N. pregonan los siguientes valores: la Plata corresponde al símbolo de la Luna, pureza, sinceridad, templanza, clemencia y amabilidad son las características espirituales de la familia, a