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La variación de los apellidos antiguos, generó en la creencia de los hombres algunas dudas sobre la unidad y la esencia de las familias; luego, en el transcurso del tiempo, fue necesario disputarlo en los tribunales públicos para hacer que la verdad del asunto costara, como sucedió hoy a esta familia muy noble y muy antigua, que, habiendo sido bien ventilada, demostró al final que el En Toscana se encuentran más indicios del linaje, durante las luchas fratricidas entre las familias Guelph y las familias Ghibelline, que ensangrentaron cada palma de nuestra bella Italia. Los nombres de las dos facciones derivan del de la casa alemana de Welfen (Guelfi), que apoyó a la casa de Baviera y Sajonia en la lucha contra el trono imperial contra los duques de Suabia, a la que pertenecía el castillo de Weiblingen (italianizado en Guaibelinga, de donde Ghibellini). Los términos se extendieron en Italia en la época de Federico II de Suabia, después de años de luchas entre las dos familias, e inicialmente llegaron a designar a las dos facciones políticas de los partidarios del papado (Guelphs) y el emperador (Ghibellines), una distinción muy frecuente. ficticio, para cubrir los intereses políticos más estrechos de familias individuales dentro de los diversos municipios. Una vez que el significado original ya había desaparecido a fines del siglo XIV, los dos términos permanecieron para indicar las facciones locales y se extinguieron a principios del siglo XVII. En esa Badele de almas exasperadas, de diferentes voces, en la que la lengua materna latina se mezclaba con las barbaridades dialectales y al mismo tiempo fortalecía el dulce idioma italiano, el apellido salió alargado y detenido de diversas maneras, de acuerdo con la fonética de quienes lo pronunciaron, y, a través de diferentes formas, nos llegó de esta manera descrita. Algunas