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Quien fuera el principal ascendiente y troncal propagador de este ilustre linage se ignora por su remota antigüedad, siendo por tanto tradicional e inmemorial la nobleza de su hijos, los cuales han gozado siempre y en todas partes de la consideración y preminecias correspondiente, en sus lustrosos nacimientos, no siendo la menos esclarecida de sus líneas la que se arraigó y floreció de la merindad de Trasmiera, en la provincia de Santander, desde donde se extendió por toda la Península. Tres grandes maestres de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara llevaron en la Edad Media este apellido, que fue siempre de ricohombres y confirmadores de reales privilegios. Probó su nobleza muchas veces en las Ordenes Militares y Reales Chancillerías de Valladolid y Granada. Don Felipe V, concedió en 1 de mayo de 1708, el título de Vizconde de los Villares a don Francisco de C. Villegas. Don Carlos III concedió en 2 de diciembre de 1779 el título de Marquesa de la Colonia a Doña Antonia de C. y Cortés. Don Alfonso XII concedió en 24 de octubre de 1876, el título de Marqués de Torrelavega a don Francisco de C. y Vargas. El escudo heráldico familiar nos habla de quienes formaron el orígen de la familia Cevallos, pues es era su función la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales. El escudo de armas de los Cevallos está representado por: Un campo de oro, que es el símbolo del sol, orígen de la vida, sus características epirituales corresponden a la fé, clemencia, templanza, caridad y justicia, por otra parte dicho esmalte señala a la familia con la felicidad, amor, nobleza y el esplendor, es decir el más noble de los metales. El esmalte color gules, simboliza la fuerza, poder, amor ferviente