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Nombre germánico: heim-rich, "casa poderosa". San E. II, duque de Baviera, fue el primer emperador alemán de este nombre. Tenía veintinueve años cuando sucedió a Oton III. Se distinguío de sus antecesores por la grandes iniciativas que tuvo, llevadas a término con constancia, pero también con moderación. La alianza que estableció con los pueblos paganos contra el cristiano Boleslado I Chobri de Polonia, quien intentaba la unión de todos los eslavos occidentales, motivaron que E. fuera objeto de grandes recriminaciones, también por parte de la Iglesia. Dos años después de su elección como emperador, E. II fue coronado rey de Italia, Benedicto VIII, colocó sobre su cabeza y el de su esposa, Conegunda, las coronas imperiales. Cunegunda, era hija del conde de Luxemburgo; era, por consiguiente, de inferior condición a la de Enrique, lo que hace suponer que si la eligió por esposa fue fundamentalmente debido a sus virtudes. E. siguió una feliz política eclesiástica, utilizando, sin embargo, los métodos de su tiempo (y también propios de otras épocas); los obispos eran generalmente elegidos entre los clérigos de la capilla regia. Fomentó las reformas monásticas de Gorze y de San Maximino de Tréveris, y dotó a las iglesias y a los monasterios pobres con los bienens sustraidos a instituciones muy ricas. La familia E. originaria de Castilla, pasó a las Vascongadas.