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La familia participó en la historia de Nápoles y sus eventos durante el pasado, contribuyendo no poco a la nobleza y las oficinas institucionales de la misma ciudad, realizadas por los reyes que reinaron en el Ducado de Nápoles. Muchos reinos han pasado por esta provincia bizantina, gobernada por un dux. En 638, Nápoles dependía del gobernador de Sicilia y luego fue gobernado directamente por el emperador. El duque-obispo Stefano II fue el primero de los duques electivos en suceder durante aproximadamente un siglo, seguido por los duques hereditarios. Además de Nápoles, el ducado incluía a Pozzuoli, Cuma, Sorrento y Terra del Lavoro. La edad de oro fue el siglo X, bajo los reinados de Gregorio III, Sergio II, Atanasio II, Gregorio IV y Juan II; En este período, los duques implementaron una defensa efectiva de su independencia y una fuerte acción para eliminar a los musulmanes del bajo mar Tirreno, ennobleciendo a numerosas familias, incluida la misma. Hacia el siglo XI, comenzó el declive del ducado, después de una serie de derrotas infligidas por los bizantinos y los lombardos del principado de Capua, para lo cual Sergio IV se vio obligado a buscar ayuda de los normandos tan pronto como aparecieron en el sur; Como recompensa por tal ayuda, su líder, Rainolfo Drengot, tuvo que ser recompensado con la concesión de Aversa. En 1077, la expansión progresiva de Norman obligó a los diversos duques a una dolorosa acción defensiva, que culminó con el asedio de Nápoles. En 1078, los duques tuvieron que renunciar a todo el territorio, excepto Nápoles, a favor de Roger II de Altavilla, primer rey de Sicilia y unificador del sur. Dos años después de la muerte de Sergio VII, el último duque, Nápoles, que había mantenido su independencia en forma de república, se convirtió en